El pasado 13 de septiembre participamos en la Jornada de Gastroturismo “Sabores del paisaje” de la Feria Agroecológica de El Berrueco 2025 de la mano de la Mancomunidad Embalse del Atazar.

Allí presentamos el proyecto En Madrid, cada plato es un paisaje y hablamos de algo que a veces olvidamos: cuidar de los paisajes que nos rodean y de todas las personas que, al producir nuestros alimentos, también los protegen. Y no podíamos estar en un lugar mejor para recordarlo ya que a nuestro alrededor teníamos una dehesa en la que podíamos ver a las vacas pastando tranquilamente. Una imagen perfecta de cómo paisaje y alimentación van de la mano.

Para acercar estos conceptos a los más pequeños nos metimos de lleno en el taller familiar Un paisaje en tu receta. La propuesta fue una manera sencilla y divertida de descubrir la importancia de comer diversidad de colores y diferentes partes de las plantas.
Con tarjetones los más pequeños tuvieron que adivinar si lo que tenían delante era raíz, hoja, flor o fruto. Entre risas y sorpresas aprendimos la importancia de comer verduras, frutas y hortalizas, y cómo podemos aprovecharlo todo.

Después llegó el momento más colorido que nos dejó volar la imaginación: manipular los alimentos para crear bonitos paisajes. Con tomates cherry, zanahorias, espinacas, apio, cebollino… –todos los productos frescos utilizados fueron de Nuestras Huertas, un proyecto agroecológico ubicado en Bustarviejo–, fueron componiendo dibujos llenos de formas y colores. Mientras tanto hablamos de lo importante que es comer variado, porque cada color nos aporta algo distinto y necesario.

Cada participante dio forma a su propio paisaje comestible que luego degustaron: montañas de pimiento, árboles de espinaca, flores de zanahoria… Una manera deliciosa y creativa de recordar que cada alimento es reflejo de un paisaje real y de las personas que lo cultivan.

Una vez terminamos de degustar los paisajes creados, los restos vegetales se aprovecharon para los animales que estaban presentes en la Feria. Así vimos que nada se pierde.

Un taller sencillo, divertido y muy inspirador que nos dejó una idea clara: cada vez que elegimos qué ponemos en nuestro plato, también estamos decidiendo cómo queremos cuidar nuestros paisajes.
Carlota López
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